Toda mujer lleva dentro una habitación. Podíamos decir que una habitación más o menos propia, aunque sea tan solo de seis metros la más pequeña, diez la grande. En ella cabe un mundo entero, un universo incluso. Toda la nostalgia, el desarraigo, las ganas, el desprecio. Lo podemos comprobar incluso acústicamente. Cuando anda a paso ligero y se escucha con atención, de noche tal vez, cuando todo está en silencio, se oye el crepitar de la lámpara o los espasmos de la madera desperezándose. Esa habitación que habita es ella misma. Sus límites son su mundo y sus paredes su paisaje.
Así se entiende el proyecto de Joan Morera Arbones La chambra (la habitación) en el que se aproxima a la emigración femenina a París en los años sesenta y setenta. Morera utiliza el lenguaje documental para declinar una práctica artística interdisciplinar en el que la escultura, el vídeo, la fotografía y la antropología visual se enredan en un trabajo comprometido y trascendente vinculado a la memoria de la mujer emigrante cuya única opción laboral es ejercer de empleada “del hogar”. Las conchitas, como se las llamaba entonces, solían habitar las últimas plantas de los edificios señoriales en habitaciones de ocho metros y medio aproximadamente, dimensiones que Morera recrea y perfila con listones de madera en el espacio expositivo, esbozando espacialmente ese cubículo en el que el espectador puede entrar y desde el que puede viajar intelectual y emocionalmente. Esta tipología de habitación, al contrario de lo que pudiera parecer, también les permitía a las mujeres cierta independencia, además del aislamiento de los señores de la casa, por lo que evoca una paradójica ambivalencia; se convierte en su cárcel, pero también su espacio de libertad. A partir de estos espacios que habitaban las conchitas en su tiempo libre o de descanso, Morera se aproxima al estudio sociológico de este fenómeno tan poco tratado desde la academia y la institución para poner luz, a través de un ecosistema de seis entrevistas audiovisuales y diversas piezas escultóricas y fotográficas, a este evento desde la contemporaneidad.
Este poliédrico proyecto, en el que confluyen la invisibilidad, la temporalidad o las cuestiones de género, resulta además un tema muy poco tratado desde el arte contemporáneo y, me atrevería a decir, que nunca desde una mirada masculina, blanca y eurocéntrica. De ahí su interés: el de su rara especificidad, el de sus controvertidos límites. La chambra se enmarca dentro de un proyecto matriz llamado Conchita et nous, en el que aborda su propia historia familiar resignificándola desde los afectos, el linaje y la memoria. Partiendo de lo familiar hacía lo político, y utilizando el arte como metodología para descifrar sus propios orígenes, Morera trabaja el material de archivo en dispositivos resonantes llenos de matices que ejecuta desde un grado 0, el grado 0 del conocimiento que es el mismo grado del que parte la práctica artística, interrogando e interrogándose sin prejuicios, de un modo mayéutico, de quien pregunta para comprender y comunicar los eventos que trata.
Este proyecto, comenzado en 2017 con el apoyo de la Fundación BilbaoArte y el Colegio de España en París, se presenta ahora dentro de la convocatoria Cultivacultura2023 en la ciudad de Vigo y supone una interesante ocasión para acercarse a la obra de un artista poco común, con un trabajo poliédrico, incómodo y difícil de clasificar dentro de la producción contemporánea, en el que las piezas son resultado del discurso, y no a la inversa, y en el que los afectos suponen un punto de partida para la creación y el conocimiento del mundo.
María Marco.
EN
Maid’s Landscape
Every woman carries within herself a room. We could say it’s more or less her own, even if it’s just six meters at the smallest, ten at the largest. Within it fits an entire world, even a universe. All the nostalgia, the uprooting, the desires, the contempt. We can even confirm this acoustically. When she walks briskly and one listens closely, perhaps at night when everything is silent, one hears the crackling of the lamp or the spasms of the wood stretching. The room she inhabits is herself. Its limits are her world, and its walls her landscape.
This is how Joan Morera Arbones’ project «La chambra» (the room) is understood, in which he approaches the female emigration to Paris in the sixties and seventies. Morera uses documentary language to decline an interdisciplinary artistic practice in which sculpture, video, photography, and visual anthropology are entangled in a committed and transcendent work linked to the memory of the migrant woman whose only job option is to work as a «household maid.» The «conchitas,» as they were called then, usually inhabited the top floors of stately buildings in rooms of approximately eight and a half meters, dimensions that Morera recreates and outlines with wooden slats in the exhibition space, spatially sketching that cubicle in which the spectator can enter and from which they can travel intellectually and emotionally. This typology of room, contrary to what might seem, also allowed women a certain independence, in addition to the isolation from the house’s owners, thus evoking a paradoxical ambivalence; it becomes their prison, but also their space of freedom. From these spaces that the «conchitas» inhabited in their free or rest time, Morera approaches the sociological study of this phenomenon, which is scarcely treated from academia and institutions, shedding light, through an ecosystem of six audiovisual interviews and various sculptural and photographic pieces, on this event from a contemporary perspective.
This multifaceted project, in which invisibility, temporality, or gender issues converge, also turns out to be a very rarely treated theme in contemporary art and, I would dare say, never from a male, white, and Eurocentric perspective. Hence its interest: that of its rare specificity, that of its controversial limits. «La chambra» is part of a core project called «Conchita et nous,» in which he approaches his own family history by resignifying it from affections, lineage, and memory. Starting from the family towards the political, and using art as a methodology to decipher his own origins, Morera works with archival material in resonant devices full of nuances that he executes from a degree 0, the degree 0 of knowledge that is the same degree from which artistic practice starts, questioning and interrogating without prejudices, in a Socratic manner, of one who questions to understand and communicate the events he deals with.
This project, started in 2017 with the support of the BilbaoArte Foundation and the Colegio de España in Paris, is now presented within the Cultivacultura2023 call in the city of Vigo and represents an interesting opportunity to approach the work of an uncommon artist, with a multifaceted, uncomfortable, and difficult to classify work within contemporary production, in which the pieces are the result of discourse, and not vice versa, and in which affections constitute a starting point for the creation and knowledge of the world.
María Marco.
